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sábado, 7 de julio de 2012

Vacuna contra el desánimo


Después de ver el noticiero, uno recibe una noticia como esta y vuelve a creer:

Es una luz que va al encuentro de quien la necesite. Bendito él y su obra.


“Hoy salí a las 4 de la mañana en mi primer ronda del año para llevarle abrigo y comida a gente de la calle. Llegué hasta un hombre que dormía en un umbral, y cuando iba a dejarle lo que tenía... encontré ALGO HERMOSO: Que OTRA PERSONA había ya pasado MÁS TEMPRANO QUE YO”. El que dice esto es Juan Carr: un “hombre común”, de 50 años, veterinario, docente, esposo, papá. Está hablando por radio... y yo que creía que me levanté temprano porque eran las 7.30. No es temprano, no para Juan. No para quien fue antes que él a llevarle alimento y abrigo a quien dormía en la calle.

Muchos chicos esperan cumplir 18 años para “ser grandes” y hacer lo que hasta entonces no podían: Desde viajar solos a “ser mayores” en una pandilla, comprarse un automóvil o cualquier “rito de pasaje” hacia la nueva etapa. Juan anhelaba cumplir 18 para dos cosas:

1) Cumplir con SU rito de iniciación, que fue “DONAR SANGRE” en un Hospital (lo cual un menor no puede hacer).

2) Viajar a Formosa (provincia del noreste argentino) a ayudar a los pueblos originarios Wichís y Pilagás.

Luego, cuando cumplió 22, estando ya de novio con María, le diagnostican un tumor canceroso (sarcoma y linfoma); operaciones, quimio, pronóstico de 3 meses de vida. Algo falló en el augurio, porque aquí lo tenemos. No podría tener hijos. Tuvo cinco. Con aquella novia, sí. Con ella y tres amigos más, un día decidieron comprar un teléfono celular y organizarse para CONECTAR A QUIEN TUVIESE UNA NECESIDAD con QUIEN PUDIERA CUBRIR ESA NECESIDAD (una silla de ruedas, abrigo, ladrillos, libros...). Hoy la RED SOLIDARIA sigue no teniendo sede, ni escalones de poder ni cuentas dudosas.

Sin embargo, su organización es de reloj: No hay evento doloroso que acontezca en el país donde la Red no esté, y su tarea silenciosa es diaria, horaria, constante. Cientos de personas, aquí y allá, “EJERCIENDO LA SOLIDARIDAD”, donando lo más valioso que uno tenga: TIEMPO. Dos horas por semana, un día, lo que cada cual pueda, para hacer lo que sea necesario.

Él es para todo el mundo Juan. No importa que esté por 5ta. vez nominado al Premio Nobel de la Paz. Se describe a sí mismo así: (una verdadera vacuna contra el desánimo!):

“Yo, Juan Carr, doy diez batallas por día. Pierdo ocho, empato una y gano una. Pero por esa que gano tráiganme sidra para celebrar.

Yo, Juan Carr, tengo la derrota garantizada. Y lo digo con alegría, no me deprimo. Hay un chico que se trasplantó, pero hay 6700 que esperan.

Yo, Juan Carr, soy pedante. Cuando me pongo humilde es porque lo laburo, pero también porque la realidad me humilla todo el tiempo.

Yo, Juan Carr, tengo que estar todo el tiempo con el pie en el freno. Del dolor, lo más cerca necesario y lo más lejos posible. Ya sé lo que es la sensibilidad de la gente: Aprendí a llenar un estadio de gente que brama y grita solidaridad, solidaridad y le caen lágrimas por las mejillas, pero se apagan las luces y todo, todos, vuelven a la normalidad. Y yo necesito que no sólo se emocionen, sino que se comprometan.”

“Yo no necesito mucho dinero. Necesito el compromiso. Necesito: La donación de órganos, la donación de sangre, la donación de médula ósea, un abrazo para el tipo que está mal, nada de dinero. Cuanto más lejos esté el dinero mejor. Este mundo, que fabrica las mejores armas nucleares para aniquilar a otros, está gobernado por los que sacaron diez en economía. Así que ese camino ya lo probamos. Hay que ir por otro”.

“Yo, Juan Carr, sé que el dolor manda, que el que sufre sabe. Que acercarse al que sufre es como entrar a un templo. Que el dolor desencaja y no da la frialdad para calcular. Pero que el que sufre sabe, más que yo, más que todos. Yo sé que frente al dolor del otro soy una anécdota.”

En 2008, Juan dejó la dirección de Red Solidaria en manos de Manuel Lozano, otro hombre extraordinario. Juan está ahora abocado a tareas de campo y a replicar este modelo de red junto a voluntarios de otros lugares del mundo (Monterrey, Vietnam, Barcelona, Boston, Asunción, Santiago de Chile. Algunas ciudades de Uruguay, de Brasil...). Hace 3 años fundó en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA el primer Centro Universitario de Lucha contra el Hambre. Y este año cumplió un sueño más: Inaugurar en la localidad de Abra Pampa, Jujuy, el Centro Universitario Warmi Huasi Yachana, en el que 25 jóvenes de entre 18 y 25 años podrán comenzar a estudiar una carrera universitaria sin tener que dejar sus comunidades. Sí: Una Universidad.

El año pasado creó con tres amigos Mundo Invisible, una agencia que se dedica a difundir NOTICIAS SOLIDARIAS que pasan inadvertidas para la prensa, de modo que en un mundo sensacionalista “LA ESPERANZA DESDE LA ACCIÓN DE TANTA GENTE SOLIDARIA TENGA TAPA EN LOS DIARIOS”. Vale la pena ver su sitio: http://www.mundoinvisible.com/.

Frente al dolor del otro, todos somos, sí una anécdota. Pero qué bella anécdota que resultan Juan, María, Manuel y tantos “invisibles” que en este mismo instante siguen tejiendo esta Red. Seamos, de alguna manera, aunque sea domésticamente, parte de esos hilos...

Nota: Donde sea que vivas, para conocer la labor de Red Solidaria, o bien colaborar en la difusión de sus campañas o donar tiempo en el nodo que pueda estar en tu provincia o ciudad, su sitio web es http://www.redsolidaria.org.ar/.

¡¡¡Muchísimas gracias, Juan!!!

Ver entrevista de Leonardo Blanco a Juan Carr para lanación.com.ar de fecha 20 de Mayo de 2012.

viernes, 19 de noviembre de 2010

UNA GRAN HISTORIA CONTADA SIN UNA SOLA PALABRA

“Tal vez esto renueve tu fe en la raza humana”

sábado, 12 de julio de 2008

Gesto de Amor y Generosidad.



Publicidad de la Asociación Afanoc, de niños contra
el cáncer, premiada en el Festival de Cannes 2007
bajo el nombre "Gestos de Amor".



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martes, 10 de junio de 2008

Un Vaso de Leche.




Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre, mucha hambre.

Decidió que pediría comida en la próxima casa.

Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta.

En lugar de comida pidió un vaso de agua.

Ella pensó que el joven parecía hambriento así que le trajo un gran vaso de leche.

"¿Cómo te llamas?" Le preguntó ella: a lo que el muchacho le respondió despacito: "Howard".

Él, bebió despacio pero con muchas ganas y gusto, y entonces le preguntó, "¿Cuanto le debo?".

"No me debes nada", contestó Ella.

"Mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar pago por una caridad".

Él dijo... "Entonces, se lo agradezco de todo corazón.". Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, si no que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte.

Él había estado listo para rendirse y dejar todo, pero la ayuda le llegó en el momento que más la necesitaba.

Años después esa joven mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad.

Se llamó al Dr. Kelly para consultarle.

Cuando oyó el nombre del pueblo de donde ella vino, una extraña luz llenó sus ojos.
Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a su cuarto.

Vestido con su bata de doctor entró a verla y la reconoció en seguida.

Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar su vida. Desde ese día prestó atención especial al caso. Después de una larga lucha, ganó la batalla.

El Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla.

Él la reviso y entonces escribió algo en el borde y le envió la factura al cuarto de la paciente.

Ella temía abrirla, porque sabía que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamo su atención en el borde de la factura.

Leyó estas palabras...

"Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche (firmado) Dr. Howard Kelly".

martes, 3 de junio de 2008

Una Hermosa Historia de Amor.

Casi no la había visto. Era una señora anciana con el auto varado en el camino. El día estaba frío, lluvioso y gris. Alberto se pudo dar cuenta que la anciana necesitaba ayuda.

Estacionó su vetusto Pontiac delante del Mercedes Benz de la anciana, aún estaba tosiendo cuando se le acercó. Aunque con una sonrisa nerviosa en el rostro, se dio cuenta que la anciana estaba preocupada. Nadie se había detenido desde hacía más de una hora, cuando se detuvo en aquella transitada carretera.

Realmente, para la anciana, ese hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, podría tratarse de un delincuente. Más no había nada por hacer, estaba a su merced. Se veía pobre y hambriento.

Alberto pudo percibir como se sentía. Su rostro reflejaba cierto temor. Así que se adelantó a tomar la iniciativa en el diálogo:.

"Aquí vengo para ayudarla señora. Entre a su vehículo que estará protegida del clima. Mi nombre es Alberto". Gracias a Dios solo se trataba de un neumático bajo, pero para la anciana se trataba de una situación difícil.

Alberto se metió bajo el carro buscando un lugar donde poner el "gato" y en la maniobra se lastimó varias veces los nudillos. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventana y comenzó a platicar con él. Le contó de donde venía; que tan sólo estaba de paso por allí, y que no sabía como agradecerle.

Alberto sonreía mientras cerraba el baúl del coche guardando las herramientas. Le preguntó cuanto le debía, cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, pues pensaba las cosas terribles que le hubiese pasado de no haber contado con la gentileza de Alberto.

Él no había pensado en dinero. Esto no se trataba de ningún trabajo para él. Ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces que a él, a su vez, lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares.

Alberto estaba acostumbrado a vivir así.

Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad, y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada, y que entonces...

"Tan sólo piense en mi", agregó despidiéndose.

Alberto esperó hasta que el auto se fuera.
Había sido un día frió, gris y depresivo, pero se sintió bien en terminarlo de esa forma, estas eran las cosas que más satisfacción le traían. Entró en su coche y se fue.

Unos kilómetros mas adelante la señora divisó una pequeña cafetería.
Pensó que sería muy bueno quitarse el frió con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje.

Se trataba de un pequeño lugar un poco desvencijado. Por fuera había dos bombas viejas de gasolina que no se habían usado por años. Al entrar se fijó en la escena del interior. La caja registradora se parecía a aquellas de cuerda que había usado en su juventud.

Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla de papel para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa. Aquel tipo de sonrisa que no se borra aunque estuviera muchas horas de pie.

La anciana notó que la camarera estaría de ocho meses de dulce espera. Y sin embargo esto no le hacía cambiar su simpática actitud. Pensó en cómo, gente que tiene tan poco, pueda ser tan generosa con los extraños.

Entonces se acordó de Alberto...

Luego de terminar su café caliente y su comida, le alcanzó a la camarera el precio de la cuenta con un billete de cien dólares. Cuando la muchacha regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Pretendió alcanzarla. Al correr hacia la puerta vio en la mesa algo escrito en una servilleta de papel al lado de 4 billetes de cien dólares.

Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota:.

"No me debes nada, yo estuve una vez donde tú estás. Alguien me ayudó como hoy te estoy ayudando a ti. Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer:.

No dejes de asistir y ser bendición para otros como hoy lo hago contigo. Continúa dando de tu amor y no permitas que esta cadena de bendiciones se rompa.

Aunque había mesas que limpiar y azucareras que llenar, aquel día se le fue volando.

Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente a su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella.

¿Cómo sabría ella las necesidades que tenían con su esposo, los problemas económicos que estaban pasando, máxime ahora con la llegada del bebé?.

Era consciente de cuan preocupado estaba su esposo por todo esto.

Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído:.

"Todo va a estar bien, te amo... Alberto".



domingo, 27 de abril de 2008

La Historia de Dos Músicos.

Una historia que quizás pocos conocen...

Se refiere a dos de los tres tenores - Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras que emocionaron al mundo cantando juntos.

"Aun los que nunca visitaron España, conocen la rivalidad existente entre los catalanes y los madrileños, ya que los catalanes luchan por su autonomía en una España dominada por Madrid.

Pues bien, Plácido Domingo es madrileño y José Carreras es catalán.

Por cuestiones políticas, en 1984, Carreras y Domingo se volvieron enemigos.

Siempre muy solicitados en todas partes del mundo, ambos hacían constar en sus contratos que solo se presentarían en determinado espectáculo si el adversario no fuese invitado.

En 1987, a Carreras le apareció un enemigo mucho más implacable que su rival Placido Domingo.
Lo sorprendió un diagnóstico terrible: Leucemia.

Su lucha contra el cáncer fue muy sufrida, se sometió a varios tratamientos además del auto-transplante de la médula ósea, el cambio de sangre que lo obligaba a viajar una vez por mes a estados unidos.

En estas condiciones no podía trabajar y a pesar de ser dueño de una razonable fortuna, los altos costos de los viajes y del tratamiento debilitaron sus finanzas.

Cuando no tuvo mas condiciones financieras, tomó conocimiento de la existencia de una fundación en Madrid, cuya finalidad única era apoyar el tratamiento de leucémicos.

Gracias al apoyo de la fundación "Hermosa", Carreras venció la dolencia y volvió a cantar.

Recibió nuevamente los altos caches que merecía, y trato de asociarse a la fundación.

Al leer sus estatutos, descubrió que el fundador, mayor colaborador y presidente de la fundación, era Plácido Domingo.

Luego supo que este había creado la entidad, en principio, para atenderlo y que se había mantenido en el anonimato para que no se sintiera humillado por aceptar auxilio de su "enemigo".

De lo más conmovedor fue el encuentro de los dos...

Sorprendiendo a placido en una de sus presentaciones en Madrid, Carreras interrumpió el evento y humildemente, arrodillándose a sus pies, le pidió disculpas y le agradeció públicamente.


"Plácido lo ayudo a levantarse y con un fuerte abrazo sellaron el inicio de una gran amistad".

En una entrevista a Plácido Domingo, la periodista le preguntaba por que había creado la fundación "Hermosa" en un momento en que, además de beneficiar a un "enemigo", había ayudado al único artista que podría hacerle competencia.

Su respuesta fue corta y definitiva:.

"Porque no se puede perder una voz como esa"...

"Esta es una historia real de la nobleza humana y debería servirnos de inspiración y ejemplo"...

"Cuando veas una estrella fugaz, guárdala en tu corazón, es el alma de alguien que consiguió dar a los suyos su amor"...

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