miércoles, 12 de noviembre de 2008

Tal armero, tal arma

Tal armero, tal arma

"El sable es el alma del Samurai", nos dice una de las más antiguas máximas del Bushido, la Vía del guerrero. Símbolo de virilidad, lealtad y coraje, el sable es el arma favorita del Samurai. Pero el sable, en la tradición japonesa, es algo más que un instrumento terrible, algo mas que un símbolo filosófico. Es un arma mágica. Arma que puede ser benéfica o maléfica, según la personalidad del forjador y del propietario.

El sable es la prolongación de los que los manipulan, se impregna misteriosamente de las vibraciones que manan de sus seres.

Los antiguos japoneses, inspirados por la antigua religión Shinto, conciben la fabricación del sable como un trabajo de alquimia en el que la armonía interior del forjador es más importante que sus capacidades técnicas.

Antes de forjar una hoja, el maestro armero pasaba varios días meditando después se purificaba practicando abluciones de agua fría. Una vez vestido con hábitos blancos ponía manos a la obra, en las mejores condiciones interiores para crear un arma de calidad.

Masamune y Muramasa eran dos hábiles armeros que vivieron al comienzo del siglo XIV. Los dos fabricaban unos sables de gran calidad.

Muramasa, de carácter violento, era un personaje taciturno e inquieto. Tenía la siniestra reputación de fabricar hojas temibles que empujaban a sus propietarios a entablar combates sangrientos o que, a veces, herían a los que las manipulaban. Sus armas sedientas de sangre rápidamente tomaron famas de maléficas.

Por el contrario, Masamune era un forjador de una gran serenidad que practicaba el ritual de la purificación para forjar sus hojas. Aún hoy día son consideradas como las mejores del país.

Un hombre que quería averiguar la diferencia de calidad que existía entre ambas formas de fabricación, introdujo un sable de Muramasa en la corriente del agua.

Cada hoja que derivaba en la corriente y que tocaba la hoja fue cortada en dos. A continuación introdujo un sable fabricado por Masamune. Las hojas evitaban el sable. Ninguna de ellas fue cortada se deslizaban intactas bordeando el filo como si éstas no quisiera hacerles daño.

El hombre dio entonces su veredicto:.

“La Muramasa es terrible, la Masamune es humana”.



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2 comentarios:

  1. Hola, muy interesante el texto, aprendo algo cada vez que vengo a leerte. Me gustan los sables, son bellos. Un beso, cuidate mucho.

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  2. AHHHH CON RAZON CHE!
    ERA TAN IMPORTANTE Y SAGRADO EL SABLE PARA LOS SAMURAIS....
    AHORA ENTIENDO ....GRACIAS POR PEDRO POR COMPARTIRLO....
    SABES?
    GRACIAS POR EL AFECTO Y CARIÑO .TUS COMENTARIOS SIEMPRE ME EMOCIONAN Y SIENTO EL CARIÑO ESE QUE EMANA DE CADA PALABRA TUYA MIJUAN PEDRIS
    ASI QUE POR TODO ESO TE DEJO . EL MATE....DE SIEMPRE..
    TENDRIAMSO QUE HACER EL PREMIO MATE NOSOTROS NO?

    CHAUUUUUUUUUUUUUUU

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