martes, 29 de abril de 2008

Ser Buenos Padres.


¿Padres Buenos o Buenos padres?.

Quizás, haz oído la historia de algún antepasado tuyo, tal vez, tus padres o abuelos, sobre lo difícil que se las vieron cuando se casaron, sin dinero y sin ayuda.

A mí me ha tocado y los oigo hablar de ese pasado, con cierto orgullo por salir adelante solos, con su valor y la ayuda de su cónyuge.

Son matrimonios sólidos, basados en su amor por el otro y en la convicción de que, toda empresa que se quiere sacar adelante implica esfuerzo, y no hay empresa más grande ni más difícil que un buen matrimonio.

Uno podría pensar que, si estas personas vieran a algunas de las parejas que se casan ahora, con la casa puesta, auto en la puerta, un negocio instalado y toda su vida resuelta, dirían que les tocó la mejor época.

Pero, ¡nada más lejos de esto!.

Los que pasaron por épocas difíciles salieron adelante, no quieren olvidar su pasado, sino por el contrario, sienten que fue la base que cimentó lo que han logrado, tanto en lo material como en lo espiritual.

No te quiero decir con esto que fue su mejor etapa, pero si necesaria.

Empezaron solos con lo que podían, en ese momento, sin espejismos, ni subsidios, y aunque esto les causó incomodidades y privaciones, no tomaron una actitud negativa, porque sabían que se tenían el uno al otro.

Además, le encontraron un sentido a su sufrimiento, palabra casi inadmisible en nuestros tiempos.

Y gran parte de la culpa es "nuestra"... de los papás.

Como siempre, me incluyo, no queremos que nuestros hijos pasen incomodidades.

Desde niños los dejamos en la puerta de la escuela para que no caminen, les simplificamos todo para que no batallen y les dejamos un mensaje implícito: "Sufrir y batallar no tiene sentido".

Después, cuando estos niños se casan, los papás les quieren resolver hasta el último detalle.

Si no pueden ir de luna de miel a una playa extranjera, no importa, sus papás les pagan el viaje; si no podían vivir más que en un departamento pequeño, no importa, sus papás les pueden pagar una casa o un departamento grande.

Y así con todo…

Por querer hacerles el camino fácil, se lo hacen cada vez más difícil, porque llegará un momento en que papá y mamá ya no estarán allí, o si están, no podrán resolver otros problemas más serios.

Son estos niños jugando a casarse, quienes a la primera dificultad en su matrimonio, deciden mandarlo todo a volar, porque luchar por sacarlo adelante, cuesta mucho trabajo y ellos no están acostumbrados a luchar.

¿Para qué?.

Si todo se les ha dado siempre, sin hacer esfuerzo. En el libro The Road Less Traveled (El camino menos viajado), de Scott Peck, se comenta que la vida es difícil, una vez que lo sabemos, entonces, deja de serlo.

La vida es una serie de problemas: aceptándolos y resolviéndolos es como el individuo crece.

He ahí la importancia, que nuestros hijos aprendan a resolver sus propios problemas.

Tal vez, estés pensando que eso de resolver los problemas de los hijos sólo pasa en las familias acomodadas, que son las únicas que se pueden dar el lujo de mantener otra familia, además de la suya. Pero, excluyendo a los que se encuentran en extrema pobreza, te sorprenderías si supieras, como ayudan los papás de todo tipo de estratos sociales, para que sus hijos no sufran.

Si tuviéramos conciencia del daño que hacemos a nuestros hijos al leerles el pensamiento y cumplirles todos sus caprichos, seguramente, no lo haríamos.

Pero a veces, sentimos que es nuestro deber y otras veces:.

Queremos que tengan todo lo que nosotros no tuvimos.

Un amigo me comentaba que fue a una reunión y un sacerdote dijo, a los ahí presentes, (en su mayoría padres de jóvenes matrimonios), que a sus hijos, les estaban dando demasiadas cosas.

Un padre contestó, que simplemente, quería que sus hijos tuvieran todo lo que ellos nunca pudieron tener.

El sacerdote dijo: “Ustedes tienen lo que tienen, precisamente por lo que ¡NO tuvieron!”.

Vuelvo a lo mismo, estos niños y jóvenes mal acostumbrados, son pésimos a la hora de sacrificarse.

Y no me refiero solamente a grandes sacrificios, sino a algo tan simple, como ceder en la convivencia diaria.

En un matrimonio siempre hay prioridades a la hora de comprar algo.

¿De quién será la prioridad, de él, de ella?.

Si ninguno acostumbra prescindir de lo que le gusta, ¿cómo harán?.

En el mejor de los casos, aprenderán a estirar, aflojar y batallar, antes de llegar a un acuerdo.

Pero, si el egoísmo está tan arraigado que no hay manera, ¿entonces qué?, llega el divorcio, claro, por incompatibilidad de caracteres y se acabó. “Asunto arreglado”.

Desgraciadamente, la incompatibilidad de caracteres es nada menos que la imposibilidad de convivir con los demás, sólo que con el cónyuge se nota mucho más, porque allí si viven juntos.

Eso viene del egoísmo, de estar acostumbrado a ser el centro de atención, a que la vida gire a su alrededor y eso, desgraciadamente, se enseña en la casa, donde se prepara a los matrimonios del futuro.

Así que, la próxima vez que tu hijo tenga algún problema, ayúdalo si quieres, pero, no se lo soluciones.

No lo subestimes, te aseguro que saldrá adelante. Esto será una gran ayuda para tu futuro yerno o nuera.

Ellos te lo agradecerán.

Padres buenos hay muchos; buenos padres, hay pocos.

No es difícil ser un padre bueno, en cambio, no hay nada más difícil que ser un buen padre.

Un corazón blando basta para ser un padre bueno, pero la voluntad más firme y la cabeza más clara son todavía poco para hacer un buen padre.

El buen padre dice sí cuando es y no cuando es NO.

El padre bueno sólo sabe decir... .

Es para pensarlo ¿no?.


4 comentarios:

  1. Querido Amigo:

    No te exagero en lo más mínimo al afirmarte que ser madre ha sido y es, el mayor desafío de toda mi vida.

    Leí, como siempre, muy atentamente tus palabras y coincido con todas y cada una de ellas.
    Por supuesto, he pecado y mucho más de una vez, facilitando soluciones. Y siempre estoy en la tarea de timonear mi voluntad, tratando de no caer nuevamente en la tentación. A veces lo consigo.

    Uno de los espejismos más difundidos en la actualidad -y a mi modo de ver, también uno de los más perjudiciales- es negar los problemas a nuestros hijos. Se asume como tarea de "buenos padres", despejar el camino de piedras, ayudarlos con sus tareas, y pelear las batallas "de ellos", con nuestra fuerza, formación y experiencia.
    Algo parecido a regalarles el "caballo del comisario", para que corran con ventaja.

    Y los resultados no se hacen esperar, formamos jóvenes que "huyen" despavoridos de los conflictos, no saben ni tienen herramientas para enfrentarlos y solucionar problemas. Tampoco ejercitan la imaginación ni activan sus propios y naturales recursos.

    Esta "falta de ejercicio" en el arte de resolver las dificultades cotidianas, generalmente es motivo del adormecimiento de las capacidades del individuo.

    No amigo, no tiene nada de sencillo asistir al "dolor de crecimiento" de nuestros pequeños, su confrontación con el medio, con sus pares y con ellos mismos.

    Pero crear un espacio de diálogo, una "enfermería" en la que podamos curar sus heridas de guerra,y convertirnos en buenos y ojalá, los mejores interlocutores, dignos de su confianza, es la mejor forma de asistirlos, guiarlos.

    En ese trabajo estamos.

    Qué decirte! GRACIAS se me ocurre poco. También me quedo corta con MUCHAS GRACIAS!
    En el fondo sabés cuánto aprecio estas charlas con Vos!

    Mi abrazo!

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  2. Juan Pedro:
    Muy interesante el artículo.
    Me parece que los padres de estas épocas, en general, están un poco confundidos, desorientados. Corriendo detrás de algo que no se sabe bien qué es.
    Valor de la inmediatez...satisfacción ya...etc etc.
    "Hago lo que puedo"..."este nene es imposible, no puedo ponerle límites"...
    La dinámica familiar está inserta, también, en las modificaciones de un mundo globalizado donde hay poco lugar para diferenciar, ejercer la autoridad desde un lugar de saber, saber ser y saber hacer.
    Pero, creo que la superación del ser es posible y que ser buenos padres no es innato, se aprende; por lo tanto, uno tiene la posibilidad y responsabilidad de modificar formas de intervención y cuidados hacia formas más amorosas y saludables pensando seriamente que esta tarea de ser padres que nois convoca es algo serio y que nuestros hijos nos necesitan adultos y presentes.
    Mi cxariño y abrazo, amigo.

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  3. He releído tu entrada porque lo he hecho en familia la segunda vez.
    Lo que dices es un hecho y se da la circunstancia que cuando has sido buen padre, siempre hay algo que los hijos, aun reconociendo tus bondades en su educación, han podido tirarte en cara aunque haya sido por el camino más dulce. No lo acababan de entender por qué aquello tenía que tener un NO y lo otro, un SÍ.
    Afortunadamente, lo fueron aprendiendo poco a poco...Ahora, somos unos abuelos BUENOS porque ya no me importa ser una BUENA abuela. El matíz les ha quedaddo claro con tu magnífica exposición, aunque entre bromas, ya lo entendieron hace mucho tiempo.
    Un abrazo.

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  4. Solo para comentar, aqui tienen un podcast sobre el tema:
    http://www.surcultural.info/2008/04/ser-padres-primer-podcast/

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