Había una vez… un hombre que trabajó como un burro toda su vida, para acumular fortuna.
Un día le dijo a su esposa: “El día que me muera, quiero que me entierres con todo mi dinero.
¿Me lo prometes?.
Al tiempo el hombre murió, y después de la ceremonia, antes de bajar el ataúd a la fosa, la esposa dijo:.
Un momento, falta algo.
Tomó una cajita que traía en la mano, abrió el ataúd, y la puso adentro.
Su mejor amiga, le dijo:.
No creo que hayas sido tan bruta, de haber cumplido la promesa, ¿verdad?
La leal esposa contestó:.
Yo soy cristiana, y no podía romper la promesa a su última voluntad.
¿O sea que pusiste toda la plata ahí?.
Claro que sí... tomé todo el dinero, lo conté, lo deposité en mi cuenta y le giré un cheque por la cantidad exacta.
...Si el muy H.D.P. lo puede cambiar allá, que se la gaste…
“SINO SIGO GASTÁNDOLO YO”.
Está buenísisisisisimo!!!!
ResponderEliminarMe has hecho reír un buen rato al lado de la computadora!
La señora en cuestión encontró la forma correcta de cumplir con su promesa y con ella misma!
Me recordaste un par de déspotas conocidos, muy capaces por cierto de pedir algo semejante a sus esposas.
Y estoy tentada de enviar a estas mujeres a tu blog!
GRACIAS POR TU HUMOR!
Abrazos, querido amigo!
Fenomenal...Es de risa, pero esa mujer sí que sabía. ¿A quién se le ocurre? Lo del cheque fue algo buenísimo por que ¡hay cada tonto!
ResponderEliminarConocí a un señor que no se casó al enviudar porque le prometió a su difunta que nunca lo haría...¡vaya memo!
Genial...
Me hiciste reír y sonreir, en un dia de lluvia
ResponderEliminarBesos
como que??? si mas vale?
ResponderEliminaryo hubiera hecho lo mismo!!!!!!!
es mas ya estaria con cartera y zapatos nuevos.....re empilchada
jajjajajajajjajaaj
Mercé Dice, muy bueno no esperaba ese final me has hecho reir,
ResponderEliminargracias besos