miércoles, 10 de octubre de 2012
Testamento de Cristo
Yo, Jesús de Nazaret, viendo próxima mi hora y estando en posesión de plenas facultades, para firmar este documento, deseo repartir mis bienes entre las personas más cercanas a MÍ.
Más siendo entregado como cordero, para la salvación de la humanidad, creo conveniente repartir entre todos.
Y así les dejo:
Todas mis cosas que, desde mi nacimiento, han estado presente en mi vida y la han marcado de un modo significativo:
La estrella:
A los que están desorientados y necesitan ver claro para seguir adelante, y a todo aquel que desee ser guiado y/o servir de guía.
El pesebre:
A los que no tienen nada, ni siquiera un sitio para cobijarse o un fuego donde calentarse y poder hablar con un amigo.
Mis sandalias:
Son sus sandalias, las de los que deseen emprender un camino; de los que siempre estén dispuestos a estar siempre en camino.
La palangana:
Donde les he lavado los pies, a quien quiera servir, a quien desee ser pequeño ante los hombres, pues será grande a los ojos de mi Padre.
El plato:
Donde voy a partir el pan, es para los que vivan en fraternidad, para los que estén dispuestos a amar, ante todo y a todos.
EL Cáliz:
Lo dejo a quienes estén sedientos de un mundo mejor y una sociedad más justa.
La cruz:
Es para todo aquel que esté dispuesto a cargar con ella.
Mi túnica:
A todo aquel que la divida y reparta.
También quiero dejar como legado a la humanidad entera, las actitudes que han guiado mi vida: “Actitudes que quiero que guíen también la de ustedes”.
Mi palabra:
Y la enseñanza que me confió mi Padre, a todo aquel que la escucha y la pone en práctica.
La alegría:
A todos los que deseen compartirla.
La humildad:
Es para quien esté dispuesto a trabajar por la expansión del Reino de los Cielos.
Mi hombro:
A todo aquel que necesite un amigo en quien reclinar la cabeza, y al abatido por el cansancio del camino, para que puedan descansar y recobrar fuerzas para seguir caminando.
Mi perdón:
Es para todos, para los que día tras día, pecado tras pecado, sepan volver al Padre.
“Eso sí, siento especial predilección por los más débiles”.
Todo esto y aún más quisiera dejarles, pero sobre todo es mi vida lo que les ofrezco.
“Soy yo mismo, quien me quedo con ustedes para seguir caminando a su lado compartiendo preocupaciones y problemas, sus alegrías y gozos”.
“Sí, yo soy la vida, Pero tú puedes trasmitirla”...
Nada más. Manténganse unidos y quiéranse de verdad.
Yo los he amado hasta el extremo y los llevo en mi corazón.
“Jesús”
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