viernes, 4 de julio de 2008

¿A quién pertenece el obsequio?.



Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha.

Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro.

Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos -ofendiendo incluso a sus ancestros-.

Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible.

Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.

Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:.

¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?.

El maestro les preguntó:.

Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan:.

¿A quién pertenece el obsequio?
.

"A quien intentó entregarlo", respondió uno de los alumnos.

Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo...

Limítate a ser quién eres:.

Sereno, transparente y brillante.

Cuando irradiamos lo que somos, cuando sólo hacemos lo que deseamos hacer, esto aparta automáticamente a quienes nada tienen que aprender de nosotros, y atrae a quienes sí tienen algo que aprender y también algo que enseñarnos.


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4 comentarios:

  1. Bonita historia, una lástima que lo normal sea que repelamos los insultos y la envidia con más de lo mismo. Un saludo

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  2. muy linda la historia...siempre aportando al la reflexion juan pedris....sabes? me hace acordar a la pelicula "el ultimo samurai"
    te dejo besines y gracias por estar siempre....:)

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  3. Una Gran Enseñanza, sin dudas.

    Hay quiénes se acercan a nosotros con distintos "obsequios" y es un verdadero arte recibir y devolver.

    Me pregunto en estos momentos, qué dirían algunos pretendidos estadistas, dirigentes, políticos bah!, ante una lectura como ésta.

    En fin, que VALE, querido amigo, VALE Y MUCHO difundir tan buena calidad de lectura.

    Reciba mi abrazo con el cariño de siempre!

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  4. Desde luego, el maestro demostró un insuperable dominio de sí mismo. Quizá ese sea el camino que todos deberíamos recorrer... Me encanta venir aquí porque siempre hay materia para reflexionar y disfrutar. Abrazos, querido amigo.

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