viernes, 14 de diciembre de 2007

El mendigo que confesó a Juan Pablo II

Hace unos días, en el programa de televisión de la Madre Angélica en Estados Unidos (EWTN), relataron un episodio poco conocido de la vida de Juan Pablo II.

Un sacerdote norteamericano de la diócesis de Nueva York se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma, cuando al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta de que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles. El cura, tras identificarse y saludarlo, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido. Al día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa al que podría saludar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno sintió el impulso de arrodillarse ante el santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.

Un día después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, lo llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse.

El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, les respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: “una vez sacerdote, sacerdote siempre”. “Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero”, insistió el mendigo. “Yo soy el obispo de Roma, me puedo encargar de eso”, dijo el Papa.

El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchara su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente del párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos.

Venerado por algunos, criticado por otros, el Papa Juan Pablo II fue quizás la persona más reconocida del mundo. Fue un gran líder espiritual, pero también político que supo utilizar los medios de comunicación para llevar el mensaje de la Iglesia Católica como nadie antes lo había hecho.

Viajero infatigable que registró 1,25 millones de kilómetros en 104 viajes que cubrieron unos 130 países, el Papa era una figura familiar en todo el mundo. Atrajo multitudes de hasta cuatro millones de personas.

Juan Pablo II fue el primer Papa que predicó en una iglesia protestante y en una sinagoga, el primero que pisó una mezquita y un incansable defensor de la unidad de los cristianos.

Tras la muerte del Papa Juan Pablo I, Wojtyla llegó a ser el sucesor número 264 de San Pedro, y a la edad de 58 años, se convirtió en el Papa más joven de la historia.

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