miércoles, 12 de septiembre de 2012

Historia de un halcón ¿Una realidad Argentina?


Cuenta la leyenda, que el Rey de una lejana comarca un buen día recibió en obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro halconero para que los entrenara.

Después de algunos meses, el Rey llamó al maestro halconero y le pidió un informe sobre el entrenamiento de las valiosas aves.

El maestro le informó de que uno de los halcones respondía perfectamente al entrenamiento, pero que el otro no se había movido de la rama en la que lo dejó desde el día de su llegada.

El Rey hizo llamar a curanderos y sanadores para que visitaran al halcón, pero nadie logró hacer volar al ave.

Entonces decidió encargar la misión al consejo de sabios de la corte, pero ninguno de ellos tampoco encontró la manera de hacer volar al halcón...

En un acto de desesperación, el Rey decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una generosa recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.

Al día siguiente, vio al halcón volando ágilmente delante de las ventanas de su palacio.

El Rey sorprendido, dijo a su corte:

¡Traedme al autor de este milagro!

Su corte, acto seguido, le presentó a un campesino.

Y el Rey le dijo: Por fin, tú has podido hacer volar al halcón.

Dime, ¿cómo lo has logrado? ¿Es que quizás eres un Mago?...

Humildemente, el campesino respondió al Rey:

No, mi señor, no lo soy. ¿Por qué tendría que serlo?

Sencillamente, yo solo he cortado la rama y... el halcón ha volado.

Simplemente se ha dado cuenta que tenía alas y... ha empezado a volar. Eso es todo.

Las crónicas narran que desde entonces el halcón voló libremente y sin ninguna restricción.

El Rey se alegró y disfrutaba con su vuelo...

A todos los Argentinos...

¿Qué nos pasa?... ¿Qué prejuicios tenemos? ¿Qué es lo que nos impide volar?

Una sensación de impotencia, de frustración y abatimiento nos noqueó.

En muchas reuniones privadas, en el trabajo, en la calle, en los trenes, se comenta.

Pero siempre en privado.

Ya parece no quedar nada del orgullo de ser argentino.

Y no es la economía

Ni siquiera el caso Ciccone.

Ni de los hermanos Schoclender.

No se trata de los hermanos Moreno y su avasallamiento tercermundista.

El problema no es el tren de Once y los 52, hermanos que murieron... lamentablemente.

Ni tampoco el uso de las reservas.

No se trata del paro de los maestros, ni de las el INDEC.

El problema es otro.

Estamos perdiendo en silencio a nuestra Argentina. La metamorfosis es brutal.

El país que tenemos hoy, no es el que imaginamos, y el país de mañana, será peor de lo que imaginamos.

No hay respeto.

No hay educación.

No hay diálogo.

La búsqueda de la excelencia se abandonó por completo.

Nos acostumbramos al atropello del poder político, al patoterismo.

Al corto plazo, sin una visión de país que nos ilusione. ¡Qué nos enamore!

¿Qué queremos?

Volver a sentir orgullo de ser argentinos.

Viajar seguros.

Ver un desarrollo cultural sostenido.

Transitar por las calles sin piquetes.

Escuchar a un presidente conectado con el mundo.

Decidir que comprar, que libros leer.

Respetar a los maestros, los delincuentes presos.

Estadistas conduciendo el país.

Economistas manejando la economía.

Calma y Paz.

No al odio y a la crispación.

Los tres poderes funcionando.

Comprar dólares... o no.

Recibir cosas del mundo y poder enviar cosas al mundo.

¿O es que lo que nos pasa a los argentinos es que hemos perdido nuestra identidad y nuestras raíces?...

Y nos dejamos asimilar por la tesis de los que se han apropiado de todo aquello que hemos recibido de nuestros padres, que a su vez lo recibieron de los suyos.

Por la tesis de los que se han hecho dueños de nuestro destino, ahogan nuestra voz y se ríen de nuestros sentimientos.

Son aquellos que han mentido para alcanzar el poder, prometiendo no hacer nada de lo que han hecho, desmontando un estado del bienestar conseguido durante muchos años, y nos hacen creer que no tenemos alas y que debemos permanecer sujetos a su árbol y vivimos condicionados con la absurda creencia que si nos soltamos de la rama, podemos caer.

Vivimos inmersos en la situación de “ir tirando“, sujetos a la rama del árbol del que estamos enganchados, sin pensar que hay otro horizonte, otra vida, que podemos volar libremente.

No siempre estamos dispuestos a salir del bosque en que estamos prisioneros y emprender el Camino de la Luz, la Vida y la Libertad...

¡ATRÉVETE A VOLAR... APROVÉCHALO, HAZLO AHORA!

¡¡¡CORTEMOS LA RAMA!!!

Es mejor morir volando que arrastrarse por el suelo como gusanos:

¡¡¡AHORA ES EL MOMENTO!!!

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