domingo, 6 de julio de 2008

¿Cuánto Cuesta un Milagro?.


"Una historia real"


Tess era una niñita, algo precoz, de ocho años cuando escuchó a sus padres hablar de su hermanito menor Andrés. Todo lo que pudo entresacar de la conversación fue que Andrés se hallaba muy enfermo y la familia estaba completamente sin dinero. A tal punto esto era así que justo se estaban por mudar a un departamento más chico porque el padre ya no podía seguir pagando la cuenta del médico y las cuotas de la casa grande que habían comprado tiempo atrás y en la que vivían.

A Andrés sólo podía salvarlo una cirugía muy costosa y todo parecía indicar que la familia no tendría forma de conseguir el dinero.

"Sólo un milagro podría salvarlo ahora" oyó la niña que el padre le decía en un susurro con desesperación apenas contenida a una madre que no podía ocultar las lágrimas.

Tess fue a su dormitorio y sacó el jarro de mermelada escondido en las profundidades del placard. Vertió sobre la alfombra todas las monedas que había en él y las contó con mucho cuidado. Para estar segura, las contó tres veces. Sentía que, por alguna misteriosa razón, no podía equivocarse.

Las tres veces llegó a la misma cantidad. Segura de no haberse equivocado, metió otra vez las monedas dentro del jarro, enroscó la tapa y sin decirle nada a nadie, se escabulló con él por la puerta trasera de la casa. Caminó unas 6 cuadras hasta la farmacia en la que siempre la familia había comprado los medicamentos.

Esperó pacientemente a que el farmacéutico le prestara alguna atención, pero el hombre parecía estar demasiado ocupado, justo en ese momento charlando animadamente con un caballero.

Tess arrastró sus pequeños pies sobre el piso, tanto como para hacer algún ruido que llamase la atención pero, ¡nada! Carraspeó, limpiándose la garganta con el sonido más desagradable que pudo producir pero, ¡otra vez nada! Finalmente, cansada de pasar desapercibida, sacó una moneda del jarro y la estrelló con fuerza sobre el mostrador. Ese recurso funcionó."

¿Qué es lo que se te ofrece?" -preguntó el farmacéutico algo molesto- "Estoy hablando aquí con mi hermano a quien no he visto en años" –agregó- sin esperar demasiado la respuesta de la niña.

Con el mismo tono de voz, bastante picada, Tess le respondió:.

"Bueno, yo también quiero hablarle de mi hermanito. Está muy, pero muy, enfermo... y quiero comprarle un milagro".

¿Un qué? -preguntó el farmacéutico- pero la niña, sin hacerle mayor caso, prosiguió:.

"Se llama Andrés y tiene algo malo creciéndole adentro de la cabeza y mi papá dice que solamente un milagro puede salvarlo ahora. Así que: ¿Cuánto cuesta un milagro?".

Lo lamento chiquilina, pero no vendemos milagros aquí. Desgraciadamente no te puedo ayudar -respondió el farmacéutico- ablandándose un poco. Pero la niña no se dejó amilanar:.

"Escúcheme, tengo la plata para pagarlo. Y si no alcanza, voy a conseguir el resto. Solamente quiero saber cuanto cuesta".

El hermano del farmacéutico, era un caballero muy bien vestido y gozaba de buena presencia. Hasta ese momento había permanecido en silencio pero, ante el cariz que estaba tomando la conversación, bajó sus ojos hacia la niña y le preguntó muy amablemente:.

"¿Y qué clase de milagro necesita tu hermano exactamente?".

"No sé." -respondió la niña con voz triste- "Solamente sé que está muy enfermo y mamá dice que hay que operarlo, pero papá no tiene la plata que hace falta. Así que quiero usar mi plata y comprarle lo que necesita".

"¿Y cuánta plata tienes ahí?" -quiso saber el caballero-.

¡Un dólar con once centavos! -respondió Tess rápidamente- "Es todo lo que tengo por ahora, pero puedo conseguir más si hace falta"…

"¡Bueno, pero qué casualidad!" -replicó sonriendo el hermano del farmacéutico- "Un dólar con once centavos, es justo lo que vale un milagro para hermanitos enfermos".

La niña contó el dinero, el caballero lo recibió y lo guardó, luego de lo cual puso una mano sobre el hombro de la niña y le dijo:.

"Bien. Ahora vamos a tu casa. Quiero ver a tu hermanito y conocer a tus padres. Veamos si tengo la clase de milagro que necesita. Si lo tengo, es un trato hecho. Si no llego a tenerlo, te prometo que te devuelvo todas las monedas".

El destino quiso que el hermano del farmacéutico fuera el Dr. Carlton Armstrong, en su momento, uno de los mejores neurocirujanos del mundo. La operación se llevó a cabo en forma gratuita y al cabo de unos meses Andrés se hallaba de regreso en su casa recuperándose favorablemente.

Sin embargo, el hecho es que ni Tess, ni el Dr. Armstrong revelaron jamás a nadie la transacción que habían realizado en la farmacia. De alguna manera, permaneció siendo un pequeño secreto entre los dos.

"Esa cirugía" -dijo la madre de Andrés muchos años más tarde- "fue un verdadero milagro. Lo que me pregunto es cuanto habrá costado en realidad".

Tess, convertida ya en una brillante profesional, sólo sonrió. Ella sabía exactamente el precio de un milagro: un dólar con once centavos... más la fe inquebrantable de una chiquilina de ocho años.

Un milagro no contradice lo que sabemos del Universo. Es simplemente un hecho que responde a algo que todavía no conocemos y que solamente podemos, a veces, presentir.


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1 comentario:

  1. Como siempre me emocionó el relato que escogiste, siempre tocando la fibra sensible del corazón!

    Preciosa historia que muestra cómo los sueños, con empeño se pueden convertir en realidad.

    No sabía que habías escrito un post sobre Rita Levi, ¡qué bueno! Es fantástica la sintonía y la complicidad que tuvimos, a la hora de hacer un pequeño homenaje desde nuestros espacios a esta gran mujer!

    Querido y apreciado amigo, es un placer visitarte y encontrar siempre tan buena información, pero sobre todo encontrar tu aprecio y cariño.

    Un abrazo enorme:)

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