lunes, 7 de enero de 2008

El Hachero.

Había una vez un hachero que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aun; así que el hachero se decidió a hacer buen papel.

El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona.

El hombre entusiasmado salió al bosque a talar.

En un solo día cortó 18 árboles.

- Te felicito, le dijo el capataz, sigue así.

Animado por las palabras del capataz, el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día siguiente; así esa noche, se acostó bien temprano.

A la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque.

A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que 15 árboles.

- Me debo haber cansado, pensó y decidió acostarse con la puesta del sol.

Al amanecer se levantó y decidió batir su marca de 18 árboles. Sin embargo ese día, no llegó ni a la mitad.

Al día siguiente fueron 7, luego 5 y el último día estuvo toda la tarde tratando de voltear su segundo árbol.

Inquieto por el pensamiento del capataz, el hachero se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer.

El capataz le preguntó:.

- ¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez?.

- ¿afilar?, no tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles.


Cuántas veces estamos tan ocupados en lo que nos parece urgente, que le restamos tiempo a lo importante...

Y ¿tú?..., ¿Cuál es el hacha de tu vida, que no estás afilando?.

Tal vez estamos tan ocupados en querer llegar a destino, que nos olvidamos de mirar el paisaje.

2 comentarios:

  1. Es muy cierto!
    Yo creo que el hacha que olvido afilar, es el vivir más pausadamente, para poder disfrutar de las pequeñas cosas de la vida!

    El trabajo fuera y dentro de casa, causa mucho estrés, y a veces uno va siempre corriendo, sin reparar que de vez en cuando hay que hacer un alto en el camino.

    Saludos!

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  2. Así es Sibyla, pero..., qué contradicción fundamental ¿no?, el hacha desafilado, es el vivir "más pausadamente", para poder disfrutar de las pequeñas -pero muchas veces más valiosas- cosas de la vida; esto por una parte, y por otra, el hacha que olvidó afilar, provocó en él, "un desasosiego" que lo llevó hasta casi desfallecer, en el esfuerzo por alcanzar una meta. En ambos casos tal vez, sólo tal vez, un pequeño árbol lo inhibió ver el bosque. Cuan importante es que, un punto en el horizonte, -del tamaño que fuere-, no nos impida ver nuestro norte, ¿verdad?
    Saludos.

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