La riqueza de nuestra lengua...
Un político, que estaba en plena campaña, llegó a un pueblo del interior, se paró arriba de un cajón y comenzó su discurso:.
¡Compatriotas, compañeros, amigos! Nos encontramos aquí convocados, reunidos o arrejuntados, para debatir, tratar o discutir un tópico, tema o asunto trascendente, importante o de vida o muerte...
El tópico, tema o asunto que hoy nos convoca, reune o arrejunta, es mi postulación, aspiración o candidatura a la Intendencia de este municipio.
De pronto una persona del público interrumpe, pide la palabra y le pregunta al candidato:.
¿Por qué utiliza usted tres palabras para decir lo mismo?.
Pues mire, caballero:.
La primera palabra es para las personas con un nivel cultural muy alto, como poetas, escritores, filósofos, etc.
La segunda es para personas con un nivel cultural medio, como usted y la mayoría de los que están aquí hoy.
Y la tercer palabra es para las personas que tienen un nivel cultural bajo, como por ejemplo, ese borracho que está allí, tirado en la esquina.
De inmediato, el borracho, se levanta y le dice:.
Postulante, aspirante o candidato... (hic)... El hecho, circunstancia o razón de que me encuentre en un estado etílico, borracho o empedo... (hic)... no implica, significa, o quiere decir, que mi nivel cultural sea ínfimo, bajo o jodido... (hic)... Y con todo el respeto, estima o cariño que usted se merece... (hic)..., puede ir agrupando, reuniendo o arrejuntando... (hic)..., sus bártulos, efectos o cachivaches... (hic)... y encaminarse, dirigirse o irse, derechito: a la progenitora de sus días, a la madre que lo llevó en su seno, o a la puta que lo parió.
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